Durante el primer mes de ensayos, el equipo de Úumbal y los integrantes de este colectivo, los úumbalitas, fuimos conociéndonos y adaptándonos. Al bailar y caminar colectivamente se mezclaban entusiasmo, envalentonamiento, goce, expectativa, miedo, relajo, curiosidad, conquista y… desarticulación. Si bien por medio del baile avanzábamos en conocimiento, adaptación y acuerdos, al andar juntos se manifestó que los objetivos de cada persona eran distintos y que cada integrante estaba forjando su idea de lo colectivo.

A partir de la tercera semana, empezó a haber deserciones o ausencias en los ensayos. Por un lado, se hizo evidente el estado de alerta para la supervivencia del proyecto, y por el otro, se reveló cómo se estaban entendiendo las ideas de creación, participación y responsabilidad en un proyecto colectivo.

Un martes por la noche, al terminar el ensayo, Mariana externó la posibilidad de suspender el proceso si no podía ser sostenido por la colectividad: el proyecto habría alcanzado ahí su punto más alto y no se culminaría. La experiencia artística y social sería justamente ésa, a no ser que hubiera otra propuesta. Se abrió una asamblea para que los integrantes del proyecto externaran sus posturas y propuestas.

A partir de este momento de crisis, los integrantes de Úumbal fueron conscientes de las implicaciones de construir un proyecto colectivo de esta naturaleza.

Acuerdos, desacuerdos e inconstancias continuaron, aunque en menor escala, y el colectivo asumió que era parte de su dinámica, que las asambleas eran el espacio de negociaciones internas y de resoluciones artísticas en común.

Andar juntos por las calles demandó a este grupo verse, escucharse y abandonar los automatismos que se activan en una acción que ejecutamos a diario.

POSTURAS Y PROPUESTAS

— Creo que cada uno de nosotros tendría que preguntarse qué está haciendo aquí y por qué quiso venir aquí. Yo lo tengo muy claro, creo que es importante reivindicar nuestros cuerpos. —

 

— Yo no estoy entendiendo por qué le llamamos a esto un proyecto hecho por la comunidad. Hay gente aquí que aun después de casi cuatro semanas no conoce mi nombre ni yo el de ellos. Algunos de nosotros no nos saludamos, sólo estamos en grupitos. ¿A esto le llamamos comunidad? —

 

— Creo que justo estamos intentando decir algo de forma colectiva, provocar otro tipo de conciencia. Al salir a la calle, algunos se envalentonan, pero en un envalentonamiento tonto, que no nos hace bien, van de forma violenta aventándose a los carros, haciendo lo mismo que ellos hacen con nosotros, poniéndose en riesgo ellos y al grupo. No estamos tomando en cuenta verdaderamente cuidarnos los unos a los otros y proponer una forma de estar en la calle distinta a eso que criticamos. Así no, es ponernos en riesgo innecesario. —

 

— Algunos en las calles sólo van echando relajo y no atienden a las indicaciones de Mariana, que luego las tiene que repetir una y otra vez porque no están poniendo atención. Es desgastante porque yo no siento que verdaderamente estemos juntos y yo sí quiero hacer esto. —

 

— Ok, acepto ser una de las personas que contribuye al relajo. Lo acepto frente a ustedes y les pido una disculpa, pero ya no reiteremos. Yo, a partir de hoy, frente a ustedes, me comprometo a estar presente y a prestar atención al contingente. —

 

— Creo que no estamos entendiendo que el proyecto es nuestro. Si nosotros no lo sostenemos, se va a caer. Nos dijeron claramente los días de ensayos, horarios y qué enfrentaríamos, entonces ¿por qué algunos dijeron que sí, si no se van a comprometer? —

 

— Yo sí quiero. Yo quiero seguir y que el proyecto continúe. No sabemos si otra vez viviremos algo de este tipo, donde somos nosotros los que bailamos ante todos. Quizá esta sea la única vez. Yo sí quiero seguir. —