BIOGRAFÍA COLECTIVA

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Para repensar la historia sobre las mujeres, empecemos por una, la Malinche

Iyalli del Carmen López Cedillo

Malintzin, Malinalli, Malinche o Doña Marina, son algunas de las formas en las que se ha nombrado a esta mujer, quien, se dice, dio a luz al primer mestizo registrado en el territorio que hoy se denomina México. Y dentro de los relatos que se han construido alrededor de lo que conocemos como historia mexicana, la figura de “La Malinche” ha sido francamente condenada, ya que su nombre ahora es un adjetivo que caracteriza a las personas que desprecian lo nacional para favorecer a lo extranjero.

Para empezar a mirar críticamente a las mujeres condenadas por la historia, escrita por hombres, debemos reinterpretar las fuentes para darle su justo lugar a quienes han sido penadas por la Historia, esa historia que se escribe con letras mayúsculas porque se constituye como Dios, como la gran verdad, porque le pertenece a los poderosos. Y si la memoria es una construcción social, construyamos una memoria más justa, que no invisibilice, que no margine y que no condene a quienes en su momento no ha comprendido.


Porque ahora tal vez podemos cuestionarnos si la importancia de Malintzin fue únicamente por su habilidad lingüística, que funcionó como vínculo para que dos mundos se comunicaran, habría que pensar en su agencia política, en el poder que otorga el acceso a la palabra. Así, una mujer que fue entregada como tributo a los conquistadores, para hacerse cargo de los cuidados y del placer, pues se esperaba que cumpliera con su destino biológico, resultó rebelde, prodigiosa y útil.
De ahí lo raro de su figura, tan extraordinaria que logró transformar al gran conquistador en el Señor Malinche, quien, como si de un tesoro se tratase o un arma indispensable y prohibida, la ocultó de sus relatos. Y los registros de quienes hablaron de ella, de los que ayudaron a configurarla como mito, es lo que nos queda para releerla, repensarla y reivindicarla.