BIOGRAFÍA COLECTIVA

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La Malinche, estructuras e imaginarios

Zyanya Mariana

México-Tenochtitlán, enero y 2021




Desde donde leemos esa representación de mujer que llamamos “Malinche”? La leemos o decodificamos, en primera instancia, desde los cronistas que participaron en la expedición a Tenochtitlán y en segundo lugar desde los relatos europeos que imaginaban la recién descubierta América. Por otra parte, leemos a Malintzin desde las crónicas indígenas, particularmente los relatos tlaxcaltecas y finalmente desde el imaginario del siglo XIX y el nacimiento del Estado mexicano y su historia oficial.

Las crónicas escritas por españoles que participaron en la Conquista cuentan que al derrotar al ejército del señor de Potonchán en la batalla de Centla, a finales de marzo de 1519, la expedición encabezada por Hernán Cortés recibió, como era costumbre entre los pueblos mesoamericanos para congraciarse con el vencedor y establecer alianzas o acuerdos, una serie de objetos entre los cuáles se encontraban un grupo de “esclavas” para proveerlos de alimentos y sexo. Cortés bautizó a las “esclavas” y a la que nombró como Marina fue entregada a Alonso Hernández Portocarrero, primo del Conde de Medellín y el hombre de mayor alcurnia dentro de la expedición.

Los relatos escritos por europeos que no intervinieron directamente en los hechos, estructuran la Conquista, y por lo tanto a Malinche, a partir del imaginario europeo cristiano: me refiero al travestimiento de la tradición semita cristiana como europea; al concepto de la canibalesa salvaje y lujuriosa difundida por los escritos de Américo Vespucio; a el salvaje de los diarios de Colón y a la idea de las nuevas tierras en espera de ser conquistadas. A ello habría que añadir, a la bruja (féminas (fe + menus), un ser con una fe menor a la de los hombres, según el tratado Malleus Maleficare (Martillo de las brujas) a finales del siglo XV.

Otras representaciones de muy diferente índole aparecen en las historias escritas y pintadas por miembros de distintos pueblos indígenas o por informaciones recogidas dentro de litigios relacionados o promovidos por sus descendientes. Entre las más interesantes, quizás, la que aparece en el lienzo de Tlaxcala, pintado en la segunda mitad del siglo XVI. Ahí, Malintzin siempre está pintada adelante de Cortés y en muchas ocasiones más grande, como un binomio, una dualidad sagrada que conforma el altépetl tlaxcalteca. Malinche sería un ser dual con una identidad compleja, más grande que cualquiera de sus dos partes por separado, la mujer maya Marina y el hombre castellano Hernando.
La leemos también desde el siglo XIX que impregna nuestro imaginario hasta el día de hoy y por ello su representación de mujer traidora (una especie de femme fatale es la que prevalece).

El imaginario del siglo XIX europeo se alimenta de una estructura patriarcal (el caballero, el burgués, el héroe o el genio sobre la mujer); colonial (el hombre blanco barbado heteronormativo con propiedad privada sobre todos los demás varones del mundo) e Ilustrada (el varón lector, laico y nacionalista sobre la oralidad, las religiones y la tierra sin fronteras). Estas ideas se difundieron en la región y en la Nueva España tanto por los jesuitas como por la masonería, ambas de estructura ilustrada.

No es casual, que el jesuita Francisco Xavier Clavijero (1731-1787) en “Noticias de la célebre Doña Marina”, un capítulo de Historia antigua de México, repita como relato novelesco lo narrado por el conquistador Bernal Díaz del Castillo en Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España.  En el relato del conquistador, con la intensión de quitarle protagonismo a Cortés, Marina era hija de caciques y heredera a un trono que le fue arrebatado tras la muerte de su padre por un medio hermano.

Por otra parte, las logias masónicas, exclusivas para varones, fundaron con ideales ilustrados los Estados latinoamericanos y construyeron las identidades nacionales. En México la masonería propuso un imaginario nacionalista presente en nuestros símbolos patrios y en la historia oficial, donde los españoles malos conquistaron a los indígenas buenos ayudados por una traidora.

México-Tenochtitlán, enero y 2021